Esta mañana Moritz Jakobsen compartió un artículo fantástico de James
Clear, un excelente autor que habla sobre cómo mejorar el desempeño a partir
del mejoramiento de nuestros hábitos y en esta ocasión usó como ejemplo a los
domadores de leones (aquí el artículo original).
Desde el siglo XX los domadores de leones aparecen en escena provistos de
un látigo y de una silla de cuatro patas. En su artículo, Clear explica que lo
importante en el desafío es la silla; no el látigo, que sólo es parte del
espectáculo. ¿Por qué? Porque al dividir su atención entre las 4 patas de la
silla el león se paraliza en lugar de decidirse a atacar al hombre que la
sostiene.
Ocurre exactamente igual en nuestras vidas cuando queremos lograr algo: más
que “concentrarse” la cuestión es acudir
a verbos más recios: decidirse y comprometerse con un propósito específico, afirma J. Clear.
Y así es: cuando has decidido que quieres lograr algo (escribir un libro,
modificar un hábito, perder peso, ser mejor profesional, etc.), lo primero es “dejar de soñar cómo sería tu vida si lo
lograras y comenzar a actuar como si ya lo hubieras hecho”. En otras
palabras, hay que hacer algo. Tienes que comenzar haciendo algo.
Comenzar no es una acción que pueda dejarse al azar: es, necesariamente, un acto deliberado de la voluntad.
A la vez hay que ser conscientes de que no por el sólo hecho de empezar
vamos a lograr esa meta ambiciosa y exigente que nos hemos propuesto. Lo
importante sigue siendo tomar la decisión de lograr algo: cuando tomas una determinación
seria, verás cómo, automáticamente (esto te lo garantizo si de verdad estás
convencido y no sientes miedo ni culpa frente a la posibilidad de alcanzar la meta),
las circunstancias se tornan propicias para el logro; comenzarán a aparecer
socios; la buena suerte comenzará a caer como las gotas de agua que anuncian una
tormenta y el sendero se verá con más claridad que nunca antes.
Como lo hemos señalado en publicaciones anteriores, es igualmente
importante tener presente que el camino para
pasar de la Situación “A” a la Situación “B” no es en línea recta. No podría serlo. Si no, no se trataría de una
meta ambiciosa. En este punto se hace especialmente importante tener en cuenta
que, de todas formas, tú no eres lo que haces; por tal razón, si
durante el recorrido cometes errores, no los eleves automáticamente
a la categoría de defectos (gracias por esta valiosa reflexión, Luis Carlos
querido), salvo que quieras perder la fe en ti.
Los errores aislados no son
más que intentos fallidos. En contraste, los defectos son imperfecciones de carácter reiterativo y permanente
en nuestra forma de ser. No confundir una cosa con otra es una característica
habitual de las personas más exitosas y felices que conozco.
“En
el comer y en el rascar el trabajo es comenzar”: Decídete, comienza ya
(no esperes a sentirte suficientemente preparado porque eso no va a pasar
jamás); no te armes debates entre las 4 patas de la misma silla cuando lo que
hay que vencer es al domador que la sostiene; no te inventes más excusas (si
tuviera tal cosa, si pasara esta otra, si no tuviera que trabajar, si mis hijos
no me enloquecieran, si Fulano me ayudara…); no te vayas por las ramas ni
creas en pañitos de agua tibia, que ningún
campeón llegó donde está con cuentos sino con disciplina y con fe en que sí se
puede y actuando como se actúa cuando se cree rabiosamente que sí se puede.
Decidirse por fin = Felicidad
* Para ver este y otros artículos sobre Felicidad & Marca Personal, visita la página www.sylviaramirez.com.co
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