lunes, 26 de agosto de 2013

La Felicidad es el premio a la Determinación



Esta mañana Moritz Jakobsen compartió un artículo fantástico de James Clear, un excelente autor que habla sobre cómo mejorar el desempeño a partir del mejoramiento de nuestros hábitos y en esta ocasión usó como ejemplo a los domadores de leones (aquí el artículo original).

Desde el siglo XX los domadores de leones aparecen en escena provistos de un látigo y de una silla de cuatro patas. En su artículo, Clear explica que lo importante en el desafío es la silla; no el látigo, que sólo es parte del espectáculo. ¿Por qué? Porque al dividir su atención entre las 4 patas de la silla el león se paraliza en lugar de decidirse a atacar al hombre que la sostiene.

Ocurre exactamente igual en nuestras vidas cuando queremos lograr algo: más que “concentrarse” la cuestión es acudir a verbos más recios: decidirse y comprometerse con un propósito específico, afirma J. Clear.

Y así es: cuando has decidido que quieres lograr algo (escribir un libro, modificar un hábito, perder peso, ser mejor profesional, etc.), lo primero es “dejar de soñar cómo sería tu vida si lo lograras y comenzar a actuar como si ya lo hubieras hecho”. En otras palabras, hay que hacer algo. Tienes que comenzar haciendo algo. Comenzar no es una acción que pueda dejarse al azar: es, necesariamente, un acto deliberado de la voluntad.

A la vez hay que ser conscientes de que no por el sólo hecho de empezar vamos a lograr esa meta ambiciosa y exigente que nos hemos propuesto. Lo importante sigue siendo tomar la decisión de lograr algo: cuando tomas una determinación seria, verás cómo, automáticamente (esto te lo garantizo si de verdad estás convencido y no sientes miedo ni culpa frente a la posibilidad de alcanzar la meta), las circunstancias se tornan propicias para el logro; comenzarán a aparecer socios; la buena suerte comenzará a caer como las gotas de agua que anuncian una tormenta y el sendero se verá con más claridad que nunca antes.

Como lo hemos señalado en publicaciones anteriores, es igualmente importante tener presente que el camino para pasar de la Situación “A” a la Situación “B” no es en línea recta. No podría serlo. Si no, no se trataría de una meta ambiciosa. En este punto se hace especialmente importante tener en cuenta que, de todas formas, no eres lo que haces; por tal razón, si durante el recorrido cometes errores, no los eleves automáticamente a la categoría de defectos (gracias por esta valiosa reflexión, Luis Carlos querido), salvo que quieras perder la fe en ti.

Los errores aislados no son más que intentos fallidos. En contraste, los defectos son imperfecciones de carácter reiterativo y permanente en nuestra forma de ser. No confundir una cosa con otra es una característica habitual de las personas más exitosas y felices que conozco.

En el comer y en el rascar el trabajo es comenzar”: Decídete, comienza ya (no esperes a sentirte suficientemente preparado porque eso no va a pasar jamás); no te armes debates entre las 4 patas de la misma silla cuando lo que hay que vencer es al domador que la sostiene; no te inventes más excusas (si tuviera tal cosa, si pasara esta otra, si no tuviera que trabajar, si mis hijos no me enloquecieran, si Fulano me ayudara…); no te vayas por las ramas ni creas en pañitos de agua tibia, que ningún campeón llegó donde está con cuentos sino con disciplina y con fe en que sí se puede y actuando como se actúa cuando se cree rabiosamente que sí se puede.


Decidirse por fin = Felicidad

* Para ver este y otros artículos sobre Felicidad & Marca Personal, visita la página www.sylviaramirez.com.co 



viernes, 2 de agosto de 2013

El nuevo paradigma de la gente feliz: "Gastar para ganar"



Después del punto en que se cubren –satisfactoriamente- las necesidades básicas la relación entre dinero y Felicidad comienza a dejar de ser tan clara.

A esta conclusión llegó el economista Richard Easterlin cuando encontró que en países como China, Chile y Corea del Sur los cuales, en el lapso de 20 años duplicaron su nivel de ingresos por persona, curiosamente su nivel de felicidad personal disminuyó. ¿Qué indican las cifras? Que una vez se sabe que la supervivencia está garantizada, ganar más o ganar un poco menos no importa tanto.

Por esta razón es que luego de resolver las cuestiones de la cotidianidad (comida, techo, vestuario, transporte) y de hacer las correspondientes provisiones para la vejez, el siguiente uso que los expertos en Felicidad (entre ellos la acertada doctora Sonja Lyubomirsky) recomiendan dar a los recursos es el de invertir en experiencias antes que en objetos.

¿Cómo así?

Es sencillo: cuántas cosas que costaron una fortuna se están enmoheciendo al fondo del clóset, a veces incluso dentro de la misma caja en que salieron del almacén. En contraste, cuántas veces recordamos y nos seguimos riendo de la tragedia de habernos sentido perdidos en el centro de alguna ciudad extraña y haber tenido que esforzarnos para hacernos entender en otro idioma.

Como se ve, invertir en experiencias antes que invertir en objetos que no son indispensables es una decisión “emocionalmente inteligente” porque rompe con el antiguo paradigma:

Hago y obtengo, por lo tanto soy

Por el contrario, ir a ese restaurante que ves todos los días de camino a la oficina o que viste en una reseña gastronómica local; conocer esa ciudad fantástica que viste a colores en el atlas de geografía durante todos los años de escuela; tomar ese baño de espuma como el de la protagonista de la película del cine, todas estas actividades mandan una nueva señal a tu mente:

Soy, luego hago y obtengo

Claro: muchas veces el dinero sólo alcanza para cubrir modestamente los gastos indispensables del mes, de modo que el viaje a Estambul es prácticamente un imposible metafísico. Sí, eso es cierto, y a la vez es igualmente cierto que no sólo el dinero tiene valor: el tiempo es un activo incluso más apreciable por la sola circunstancia de que no se puede recuperar ni extender; sólo se puede usar o perder.

Así, pues, en lugar de malgastar las horas hipnotizándote pasando los canales de la televisión, suspirando por las vidas fantásticas de los otros en las redes sociales (y sintiéndote miserable porque la tuya, comparada con las publicaciones de tus amigos, es aburridísima) o sentado oyendo las historias de siempre en el bar de la esquina, puedes aprender alguna cosa (el cerebro se pone feliz cuando aprende porque se siente muy inteligente); tener una conversación con un humano de carne y hueso (no el de una pantalla); salir a caminar (ponerse en movimiento es 52% más efectivo que el antidepresivo más ponderado); besar (y todos los intercambios físicos que son tan agradables con las personas que queremos); bailar; ensayar una receta; jugar al jardinero, a la modista o al carpintero, etcétera.

Eso sí, hay que estar dispuesto a gastar, en el sentido de dar un uso generosamente distinto a tus recursos (sea en dinero o en tiempo) sin sentir culpa alguna por ello y experimentando la grandísima alegría de compartir (¿te acuerdas del ejemplo de ese objeto caro que después no volviste ni a mirar porque te acostumbraste a él? Jamás ocurre lo mismo cuando invitas a otra persona a hacer algo porque el recuerdo de la experiencia, sencillamente, no se gasta; sólo permanece en la bolsa del patrimonio emocional).

La operación es sencilla y mágica: dejar de atesorar billetes para atesorar momentos; dejar de coleccionar relojes para coleccionar apretones de mano; dejar de “huir” artificialmente de la realidad para salir al encuentro de la historia propia; dejar de quejarte y empezar, por fin, a hacer que te pasen cosas para sentirte vivo de una manera saludable y edificante.


martes, 2 de julio de 2013

La Marca Personal y la Felicidad



El pasado viernes tuve el gran placer de conversar por una hora con el periódico El Colombiano, de Medellín, sobre la Felicidad y la Marca Personal en vivo vía Twitter. En desarrollo de la entrevista otros participantes hicieron preguntas muy interesantes. Algunas recibieron respuesta junto con las preguntas del periódico pero hubo otras que no alcancé a contestar  (era “mucho voltaje para un solo café”, ¿recuerdan?). Prometí una publicación en el blog y aquí van las respuestas pendientes:

@heliodorolondon: ¿Todos requerimos una Marca Personal?

La Marca Personal no es un requerimiento sino la consecuencia de estar vivo e interactuar con otras personas. Dado que “no podemos no comunicar” (presupuesto central de la Programación Neurolingüística), cada uno de nosotros cuenta con su Marca Personal en este momento.  Teniendo en cuenta ese panorama, lo que aconsejo es hacer un ejercicio consciente de configuración de la Marca ya que si no escoges lo que quieres comunicar (con tu cuerpo, con tus palabras, con tu imagen física), los demás le van a dar un contenido “por defecto” (como cuando el computador dice que escoge un programa “by default”, tal cual)… Y puedes perder muchas oportunidades personales y profesionales.

@heliodorolondon: ¿Ejemplos de Marcas Personales?

Esta es de mis preguntas favoritas porque sirve para explicar el grandísimo alcance cotidiano del concepto: ¡estamos rodeados de Marcas Personales! Unas enganchadoras, otras deficientes, planas…

Como es apenas natural acudimos a los lugares comunes para que sea fácil explicar algunos patrones exitosos de notoriedad pública, así que hablamos de sujetos que la mayoría conoce, como ocurre con Barack Obama o Steve Jobs. Sin embargo hay que tener en cuenta dos cosas muy importantes: (i) tener una personalidad arrolladora no es sinónimo de tener una gran Marca Personal (te enlazo un artículo con las razones por las cuales no lo es –click aquí) y (ii) que un personaje sea público no necesariamente lo convierte en referencia de Marca Personal porque lo que hay tras de éste es, generalmente, una estrategia de marketing. En realidad sólo los amigos íntimos de Barack Obama podrían hablarnos con certeza de su Marca Personal, por ejemplo.


Pensemos, en cambio, en esas personas que tienen nuestra confianza, a las que siempre acudimos en busca de lo que ofrecen y que, generalmente, no nos atrevemos a cambiar cuando damos con una que nos hace sentir tranquilos: el abogado, el odontólogo, el panadero, el peluquero...

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jueves, 30 de mayo de 2013

Tip de Encanto No.5: Que tus modales sean "a toda prueba"

En los asuntos triviales, el estilo y no la sinceridad es lo esencial. 
En los importantes, también el estilo es lo esencial.

Oscar Wilde




¿Qué tienen en común el gran Gatsby, James Bond, el Dr. Watson, el conde de Montecristo y algunas de las personas más inolvidables que conocemos en la vida real?

Que tienen modales impecables y a toda prueba. No los pierden ni en las situaciones más agobiantes. No relajan sus buenas maneras por más confianza que lleguen a sentir con alguien.

Los ejes centrales para hacer que este tip de encanto funcione son clarísimos:

  • No te quejes salvo que sea realmente necesario. No subestimes el poder de una pequeña dosis de humor negro dentro de la queja. Sí, en el venenito está el encanto.


  • Prefiere hablar de conceptos a hablar de gente y mucho menos de gente anodina.


  • Por ningún motivo anuncies cosas fantásticas que no vas a cumplir porque la decepción es un sentimiento muy difícil de remontar: haz entradas triunfales con sorpresas cargadas de buen gusto.


  • Ríe con resolución, mira siempre con atención y sé especialmente escrupuloso en cuanto al número de palabras que usas para expresar una opinión.



Touché!

lunes, 27 de mayo de 2013

Mal interpretar los placeres bloquea el paso de la Felicidad duradera



Piensa en algo que te entusiasmara muchísimo lograr, obtener, visitar y que lo hayas conseguido. Recuerda cómo te estimulaba la idea de tenerlo o hacerlo y la felicidad que podías anticipar que sentirías en ese momento. Recuerda cuando lo obtuviste, evoca lo feliz que te sentías. ¿Te sientes la misma Felicidad con la misma intensidad ahora?

Así como hiciste el ejercicio con una meta que asociabas con Felicidad, hazlo ahora con un evento muy temido o muy triste que hayas tenido que afrontar hace varios años. ¿Sientes ahora el mismo nivel de tristeza, desolación y/o preocupación que sentías en ese momento?

¿La conclusión? Es simple: nos acostumbramos a todo; a lo bueno y a lo malo. La tendencia natural del ser humano es a volver a su estado básico de felicidad, sin importar la fuerza del impacto que te haya causado en un primer momento lo que te ocurrió. En eso consiste la adaptación hedónica.

En un artículo anterior hablamos sobre la importancia de no acostumbrarse a lo malo, como en la fábula de la rana que cayó en una olla con agua tibia al fuego y terminó cocinada por irse acostumbrando progresivamente a la temperatura cada vez mayor. (Click aquí para ver el artículo “Cuando me di cuenta ya era demasiado tarde).

En esta ocasión vamos a pensar en cómo construir Felicidad a largo plazo. Vamos a pensar en cómo tomar decisiones eficientes que eviten que te vuelvas el esclavo servil de pequeños estímulos gratificantes a los que les estás dando equivocadamente el estatus de placer trascendental.

Cuando “más” deja de sentirse como “más” es hora de ejercitar la fuerza de voluntad


Nicolás Boullosa (Barcelona, 1977) hace una analogía muy pedagógica sobre la fuerza de voluntad con un músculo cualquiera: si no se ejercita, se afloja. ¿La buena noticia? Se puede retomar y fortalecer en cualquier momento de nuestra vida. 

viernes, 17 de mayo de 2013

“Cuando me di cuenta ya era demasiado tarde”




La fábula es el género narrativo en que los animales, dotados de características humanas, desarrollan actividades que siempre dejan una moraleja impactante al lector. En este caso les propongo que hablemos de una muy tradicional: la de la rana que cae en la olla con agua tibia y muere cuando el agua alcanza el punto de ebullición.

Rápidamente: esta fábula cuenta que una rana, que estaba en la ventana de una cocina, cayó accidentalmente dentro de una olla con agua que estaba al fuego. Como el agua estaba a una temperatura agradabilísima, decidió ponerse a nadar, sin pensar en más. El agua fue calentándose poco a poco; tan lentamente, que la ranita sólo sentía algo más de calor, cada vez un poquito más de calor, pero no se detuvo a pensar en todo lo que estaba pasando a su alrededor (empezando por el fogón encendido que tenía debajo de ella). Por ser tan suave el aumento de la temperatura, cuando ya quiso salir fue demasiado tarde: murió cuando el agua comenzó a hervir. Fin.

Moraleja: hay que esforzarse en notar las pequeñas diferencias

Dentro de cualquier clase de proyecto que emprendemos (de vida, laboral, de pareja, de cambio físico, de educación: en todos los proyectos) se van creando tendencias, como en la economía: al alza, a la baja, estancamiento, etc.

La cuestión es que la mayoría de cambios que ahora nos parecen muy importantes comenzaron muchas veces como perturbaciones sutiles a la tendencia inicial: dentro de una dinámica de aparente estabilidad pueden comenzar a surgir indicadores de leves tendencias a la crisis, que por su misma levedad apenas fueron perceptibles y nuestra reacción espontánea fue acostumbrarnos a esos nuevos pequeños factores, como en la fábula que acabamos de traer a colación.

Si el agua hubiera estado muy caliente al primer contacto con la piel de la rana, ella hubiera reaccionado violentamente para salvar su vida. Lo que resultó mortal en su caso fue lo apacible de la temperatura inicial. Como uno de los comandos originales de nuestro cerebro es el de no gastar energía si no es indispensable (ver “Ágilmente” del Dr. Estanislao Bachrach), a éste le resulta más cómodo acostumbrarse a algo aparentemente insignificante que esforzarse en idear una solución novedosa que impida que se cree una tendencia o, de ser necesario, que la detenga.

La trasposición de la fábula de la rana a nuestra vida explica muchas de las circunstancias que encontramos mortificantes en la actualidad: los 20 kilos de sobrepeso comenzaron siendo 1 kilo de sobrepeso. La relación infernal de hoy comenzó con pequeñas faltas de respeto en cada discusión trivial. La difícil situación financiera comenzó con dejar de hacer las cuentas 1 mes y luego ya te dio mucha pereza organizar tantos recibos refundidos en el cajón. La distancia entre dos que hace 1 año se adoraban profundamente comenzó cuando dejaron de hacer todo lo que sabían que podían hacer por conquistar a su pareja y se sorprenden ahora hundidos en la más agobiante monotonía. ¿Te suena conocida alguna de estas hipótesis? Yo las he vivido todas.

(Pero, ya ves, de eso no me morí. Perdí 18 kilos por mi cuenta. Me divorcié. Cambié de profesión. Volví a ser estudiante a los 28 años. Creo que aprendí la moraleja).

Sea que tengas el agua al cuello o que este mensaje haya llegado a tiempo, te voy a mencionar a continuación las soluciones más relevantes que encontré para mis casos y las que he visto funcionar en otros:

martes, 14 de mayo de 2013

La Felicidad es un ejercicio de administración




Todos conocemos muchísimos casos (en nuestra vida diaria o por las revistas de todas partes del mundo) de personas que consideramos altamente exitosas y que, sin embargo, aseguran estar muy lejos de ser felices. Y siempre nos preguntamos por qué: “si yo tuviera la belleza y el dinero de Fulana, tendría todo resuelto”; “si yo ganara todos los casos como el abogado Tal, mi vida sería magnífica”, etc.

Las historias de vida que hemos oído nos llevan a dos conclusiones importantes: (i) poner toda nuestra energía en lograr esa única cosa que asociamos al éxito jamás garantiza lograr un estado de satisfacción sostenida. Y (ii) la apuesta por la Felicidad rotunda es tan complicada como jugar al tiro al blanco con la diana en movimiento. Este es el acertado resumen de Laura Nash y Howard Stevenson en una clásica publicación de la Universidad de Harvard.

Ahora: no se trata aquí de introducir la idea de que para ser feliz hay que renunciar a ser exitoso. Faltaría más. La cuestión sí es, en cambio, entender que para ser feliz lo conveniente es alternar los usos que damos a nuestra energía entre los aspectos que son más gratos para el ser humano: “realización personal, logro al trabajo, significación a la familia y legado a la comunidad (Nash y Stevenson, 1999).

Entender la necesidad de hacer una distribución balanceada de la energía en varios ámbitos de nuestra vida es apenas el comienzo, ya que esa sola tarea es, de por sí, difícil. El primer reto estaría en responder a la pregunta “¿Cómo distribuyo eficientemente mi energía?

Clasificar los deseos

Hacer una categorización de tus metas y deseos en función de lo que significan para ti y del beneficio que te podrían representar es un ensayo de demostrada utilidad. Supongamos que sueñas con tener una familia, aprender a bailar tango, cambiar de carro, lograr un ascenso y tener un abrigo de tu diseñador favorito.

No hay razón para renunciar a ninguno de los propósitos (por ambiciosos que parezcan unos y superficiales que parezcan otros), pero es igualmente cierto que, cuando de metas se trata, el orden de los factores SÍ altera el resultado. ¿Cómo organizarías las metas del ejemplo para que sean todas igualmente realizables?

lunes, 15 de abril de 2013

Los 4 pasos del cambio que sí lleva a la Felicidad


La vanidosa Felicidad exige a sus pretendientes una alta dosis de honestidad; por eso es que insisto tanto en que, en la mayoría de los casos, cuando el bienestar parece una quimera esquiva, no hay que seguir haciendo más y más cosas innovadoras sino, por el contrario, dejar de dar tumbos e insistir con más ahínco en ser y sólo ser.

Aunque esto sigue siendo así, en ocasiones la Felicidad precisa un cambio: dar un salto en la frecuencia energética en que resonamos. Sí, sí, como si se tratara de un radio que puede estar sintonizado en 780 KHz o en 1.200 KHz. Exactamente así.

¿Por qué? Porque así como la emisora que se sintoniza en 780 KHz no tiene la misma programación de la que se oye en 1.200KHz, a quienes viven en un nivel más bajito no les ocurren las mismas cosas que a quienes resuenan con cosas correspondientes a un nivel superior.

Así, pues, el cambio, para que sea genuino y, sobretodo, duradero, debe gestarse desde adentro; desde la médula. En mi búsqueda particular (porque yo también sigo tratando de colgarme al tren que es) he concluido que el éxito está en lo siguiente:

miércoles, 20 de marzo de 2013

Pensando en clave de felicidad en el Día de la Felicidad





Durante los 24 de los 28 años que llevo entendiendo cosas las cosas que oigo –me encanta poner cuidado a la gente-, más de una vez me han dicho, rebosantes de autoridad, que para ser feliz “hay que vivir cada día como si fuera el último” y siempre, siempre, de manera instintiva, desde que estaba muy pequeña, la sola propuesta me ha llenado de profunda contrariedad.

Como hoy es 20 de marzo y se celebra por primera vez oficialmente el Día Internacional de la Felicidad, quise que mi –insular- celebración consistiera en anotar las conclusiones más importantes a las que he llegado sobre la felicidad hasta hoy, comenzando por las reflexiones que he hecho en los últimos días, tratando de entender porqué siempre me ha resultado tan incómodo ese consejito de vivir cada día como si fuera el último.


Vive cada día como si fuera el último” Vs. “Haz una cosa a la vez

Es posible que todo se deba a mi forma de ser pero, sinceramente, me declaro en imposibilidad permanente de disfrutar cualquier cosa, por más que me guste, si es bajo la amenaza de que “no va a haber más de eso, de modo tengo que sacar todo el provecho que puedade una vez.

No, señor. Así no: me asfixia.

Tengo, igualmente, la certeza absoluta de que no está garantizado que 5 minutos después de este momento yo vaya a continuar con vida (y sé que los héroes que todos conocemos con enfermedades desafiantes lo tienen aún más claro). Sin embargo me resisto a participar de ese sentido fatalista de la realidad.

Como el avance no está en quejarse sino en proponer, he encontrado otra actitud bastante más sosegada que (en mi personalísima experiencia) ha funcionado bastante mejor: decidí hacer una sola cosa a la vez.

Claro: conforme están las cosas, es más fácil decirlo que hacerlo. Llevar a cabo el plan exigió hacer antes otra reflexión no menos importante: bastante bueno es suficiente; no se necesita que sea perfecto, como dice con tanto acierto el Dr. Ben-Shahar (Si seguía persiguiendo frenéticamente la perfección en cada cosa habría sido imposible concederme la licencia de hacer sólo una a la vez, ¿cierto?).

De acuerdo con el juego que nos plantea la realidad actual, donde estamos hiperconectados al mundo exterior y todo está pasando al tiempo y si te quedas del tren no eres nadie; donde cada minuto irrumpe en la escena otro personaje que hace las cosas mejor que tú; donde a la vuelta de cada esquina aparece una persona más hermosa y más inteligente que la anterior; donde ningún título académico alcanza; en esta dinámica en que la vida nunca es suficientemente confortable porque cada mes hay un automóvil mejor que el tuyo y un electrodoméstico más sofisticado; cada semana oyes de otra familia menos disfuncional que la tuya y cada tanto emerge un nuevo ícono del estilo a quien seguir (por sólo citar unos ejemplos y no pintar un panorama más apremiante), de acuerdo con esas circunstancias, me resultó indispensable asumir, -si de verdad quería ser feliz en esta vida-, que bastante bueno es suficiente; y que no se necesita que sea perfecto.

En ese propósito me resultó de enorme ayuda interiorizar los planteamientos del Dr. Tal Ben-Shahar, profesor de psicología positiva en la Universidad de Harvard, que dice esto mismo que estoy diciendo, pero mejor (como no podría ser de otra forma, claro).

Cuando decidí que le apostaría a vivir una vida llena de cosas suficientemente buenas, comencé a tener la disposición trascendental para hacer una sola cosa a la vez. Y no es que me haya resignado a rodearme de relaciones y cosas mediocres o que haya renunciado a dar lo mejor de mí en mi trabajo y en mi vida personal o que reniegue del ritmo de nuestra era.

Nada de eso: me le medí a obtener siempre lo mejor que se pueda, dentro de las cosas que me interesan (a mí; ¡a mí!) y dentro de las posibilidades que tengo como humano de las siguientes características actuales: mujer, 28 años, colombiana, abogada fugitiva, soltera, católica, etc. En 5, 10 o 40 años, mis intereses no podrán ser los mismos.

Entre otras razones, por eso es que no puede haber una receta mágica para establecer qué es lo bastante bueno, y con esto quiero decir que tampoco podrá existir nunca la fórmula para ser feliz: cada cual tiene (que tener) sus parámetros.

Fue así como entendí que no sólo era perfectamente posible sino, además, indispensable, comenzar a hacer una sola cosa a la vez: como ya había descartado la necesidad (autoimpuesta, naturalmente) de que todas las cosas fueran perfectas, pasé a dedicar menos tiempo en promedio a cada actividad en la que me ocupo, pero a poner toda mi concentración en cada cosa que hago. Ahora pienso que a eso es que se refieren los que definen la felicidad como la coincidencia entre lo que hace el cuerpo y lo que desea el espíritu y quienes hablan de vivir “aquí y ahora”.

Dar lo mejor de sí y confiar

Como la idea es ser feliz sin dejar de participar, de todas formas, de la dinámica actual del planeta tierra (la vía fácil sería aconsejarte que leas El Monje que Vendió su Ferrari y que hagas lo mismo, pero, sinceramente, ni yo me embarcaría en un plan de esos), lo más inteligente que encontré hacer en mi planteamiento de Vida Feliz, además de hacer una sola cosa a la vez, fue hacer bien y a tiempo las cosas que debo/quiero hacer y soltar el sentido del resultado (aquí el crédito es para mi papá, Orlando, que es mi héroe cotidiano). Es decir, aprendí a confiar en el futuro (¿en “la vida”?), en lo que soy y en que siempre será exactamente lo que tenga que ser.

Esta no es una invitación a la ingenuidad ni al hipismo. Al contrario, lo es a la serenidad consciente. ¿En serio es tan importante tener todas las variables bajo control? Por lo pronto pienso que no, porque cada día que pasa me encuentro con más y más evidencias de que el control va por un canal distinto al de la felicidad, en el sentido de que una cosa no tiene nada que ver con la otra (piensa en cualquier sujeto controlador y dime, honestamente, si cambiarías tu vida por la de él porque él es más feliz… Tal vez sea más rico, pero, ¿más feliz?).

Así, la conclusión a la que he llegado hasta este momento es que debemos tener en relación con nosotros mismos la misma actitud indulgente y comprensiva que tenemos hacia los demás, de quienes no esperamos un sistema operativo a prueba de fallos, así que, por regla general, no les exigimos tanto como nos exige a cada uno de nosotros el carcelero interno con el que conversamos a todas horas.

Por lo pronto puedo concluir que hay una mina de bienestar en entender que somos humanos muy humanos y que sólo hasta ese preciso punto (hasta el límite exacto de nuestra naturaleza) nos es exigible un resultado.

¡Feliz día de la felicidad!!!

martes, 26 de febrero de 2013

Una Marca Personal que hace palpitar (de envidia y de amor): Jude Law




Acaba de cumplir 40. Actor, británico, rubio apacible: un verdadero ícono contemporáneo del encanto.

Jude Law es otra de mis marcas personales preferidas por el recuerdo tan fuerte que deja cada vez que aparece en escena y por el impacto sobrecogedor que causa cuando una foto suya se cruza al pasar las hojas de una revista. Al verlo dan ganas de jugar a ser, al menos por un rato, como él.

¿Por qué?

La respuesta en 12 razones y dos videos:


1. Siempre parece un poco desconcertado, pero nunca tiene un proceder errático

Pareciera que, aunque está atento a todo cuanto pasa a su alrededor, no alcanza a entender muy bien porqué pasa lo que está pasando y, sin embargo, siempre está en control de su situación. No titubea por ningún motivo.


2. Nunca parece suficientemente convencido de algo, ni siquiera de eso que lo está haciendo reír

Hasta cuando ríe con más ganas, pareciera que no quedó suficientemente convencido y que sigue guardando una parte de la celebración para sí. Sus risas son como condescendencias con el mundo.


3. Incluso en medio de escenas de peligro parece estar divirtiéndose

(¡¿Se necesita una explicación para entender por qué esa actitud es tan hipnóticamente atractiva?!)



4. Siempre se toma su tiempo

Hasta para levantar la mirada del suelo se concede un espacio, como si sus reflexiones fueran lo único que importa en el mundo.


5. Nunca está bien peinado

… Pero nunca está desprolijo. Por el contrario, es clarísimo que está intencionalmente despeinado.


6. Está serio, te mira a los ojos, sonríe medio incrédulo y… deja de sonreír

Esta sí es la más clásica; se llama reforzamiento intermitente y la premisa es así:Lograste hacerme sonreír un segundo. Si intentas más duro, tendrás otro poquito de eso que ya vi que te gustó tanto”. Listo.


7. Siempre parece saber demasiado de su interlocutor

Razón por la cual nunca dejará de estar en control de la situación y todos querrán ser como él o, cuando menos, estar junto a él.


8. Sus alegrías son bastante discretas pero muy muy intensas

Tal vez esa costumbre sea lo más envolvente de la aparente impavidez con que los ingleses acostumbran abordar el mundo. Su carácter flemático le hace parecer estar en control supremo de sus emociones, casi llegando al desapego.



9. Cuando no queda otro recurso del lenguaje se muerde los labios, luego de lo cual alza las cejas, rechazando cualquier posibilidad de culpa a su cargo

Sin palabras.


10. Incorpora movimientos femeninos y, sin embargo, su imagen no es afeminada

Esta es, quizás, la seña más contundente de su Marca Personal: Jude Law está muy muy muy consciente de su cuerpo delgado pero fuerte; de su cuello largo; de su sonrisa amplia, completa y alineada; de su mirada azul, así que se mueve, en –muchas- ocasiones, con la gracia de una mujer (si te fijas, los atributos físicos que enlisté bien podrían corresponder a la descripción de una mujer atractiva), sin perder el encanto original de un hombre.

Otra nota clave de su Marca consiste en preferir los azules, lavandas y grises en la ropa y los accesorios, dándose nuevamente un halo de feminidad sin poner en riesgo su sex-appeal masculino. Al contrario, esas elecciones terminan por reiterarlo.




11. Como Mastroianni, prefiere las Wayfarer de Ray-Ban

Les comparto esta reseña que hice para quienes quieren saber más de uno de los marcos de gafas de sol más trascendentales de la historia reciente:



12. Su contextura esbelta y sus rasgos perfilados lo hacen parecer vulnerable pero, a la vez, no parece necesitar nada de nadie

(Ahí está el secreto de su virilidad)

Finalmente, para que los caballeros aprendan –a escondidas, o no quedará nada de nuestra admiración- y las mujeres se diviertan, he seleccionado este par de video clips, luego de cuya reproducción quedará aún más claro el porqué de cada cosa que está anotada en este artículo:

Este es mi video favorito: Jude Law bajo la dirección de Guy Ritchie para la casa Dior. De infarto: Click aquí para ver el video No.1


Una selección de imágenes en movimiento de algunas de las películas más famosas de Law. A propósito, si les queda un tiempo, les recomiendo ver AlfieClick aquí para ver el video No.2


¡Seguimos haciendo girar cabezas!

domingo, 13 de enero de 2013

No encuentro la felicidad laboral: ¿Seré yo?





Una lectora a quien aprecio muchísimo, aunque no tengo el gusto de conocer personalmente, me escribió esta carta que, por plantear unos temas de reflexión muy interesantes, me permito compartir y comentar con todos.

Querida Sylvia,

Te escribo porque quisiera saber un poco más sobre cómo potencializar mi imagen. Te cuento que en mi actual trabajo, las apariencias en verdad engañan, se vive en un mundo de competencia extrema en hacer del mando, un poder absoluto, sin respeto a los demás, no existe la palabra trabajo en equipo, a menos que uno haga parte de aquí, o de allá, ¡no hay humanidad!!! se considera el mando como el poder de humillación, está mal visto que se trate con respeto o afecto a los mandos medios o bajos.... acá reina la "clase social", donde la hipocresía está a la orden del día. Tanto así que me cansé, y renuncié... No sé si sea yo, Sylvia, pero me ha costado tanto ubicarme laboralmente, pues no sé, no me siento feliz en los puestos que he tenido, bueno, únicamente en uno... trabajé como docente y me encantó; me sentía feliz, ¡realmente feliz!!! pero nada, se me acabó la alegría al salir de allí. Y ¿por qué salí?? Bueno, lo mismo, la dueña del Colegio era bien particular, su ego tocaba el cielo y el pago era una súplica... pensé que al cambiar de ambiente estaría feliz, pero ¡Nooo!! no sé si sea mi imagen, no sé, pero no he podido encontrar nuevamente la felicidad laboral que tanto llamo a mi vida.... ahhh, qué vida ésta... ¿cómo me encuentro?, ¿cómo potencializo mi entorno???, ¿cómo me veo ante los demás???, ¿seré yo??? ¡ahhh!!, ¡ayuda!!!

D.


Querida D.,

Sin lugar a dudas tomaste la decisión correcta al haber renunciado a tu trabajo, ya que estabas en un entorno que bloqueaba tu proyección personal al ponderar el maltrato y la discriminación como formas legítimas de reiterar el poder. Quienes crean esos escenarios están en un proceso energético y vital muchísimo menos evolucionado que el tuyo y, teniendo en cuenta que tú no eres la propietaria de la empresa, fue una elección sabia –y valiente- la de iniciar un nuevo proyecto.

Me dices que el recuerdo de tu experiencia como docente es muy gratificante. Sin embargo no me atrevería a recomendarte que buscaras nuevamente un empleo como profesora por cuanto no sé si ese trabajo realmente materializa tu pasión o si sólo fue una experiencia agradable que ahora, en virtud de tus circunstancias negativas, puedes estar magnificando como algo mejor de lo que realmente fue (una jefa con un ego descontrolado y una mala paga no son propiamente los elementos que ordinariamente se asocian a la idea de “el trabajo de los sueños”; por eso mi duda).

Examinando lo que me comentas, la parte final de tu carta llamó especialmente mi atención: “pensé que al cambiar de ambiente estaría feliz, pero ¡Nooo!! no sé si sea mi imagen, no sé, pero no he podido encontrar nuevamente la felicidad laboral que tanto llamo a mi vida.... ahhh, qué vida ésta... ¿cómo me encuentro?, ¿cómo potencializo mi entorno???, ¿cómo me veo ante los demás???, ¿seré yo???”.

Lo primero que debes saber es que el problema no eres tú y, por lo tanto, la solución no consiste en ensayar “ser alguien más”. Ciertamente, es posible que sea necesario hacer algunos ajustes tanto de percepción (tuya, interna), como de tu imagen (la que proyectas a nivel profesional), pero esas cosas escapan a lo que te puedo ayudar sin conocerte. Sin embargo sí hay varias recomendaciones muy útiles que te puedo hacer, sobretodo en este momento del año.

1. Ubica los elementos centrales de tu identidad. Este es el primer paso indispensable para autogerenciarse eficazmente. Parece un ejercicio innecesario porque uno vive con uno mismo, de manera que se supone que esas cosas ya deberían estar muy claras para cada quien. Sin embargo, por la situación que expones, es posible que para ti no lo estén tanto. Cuando tienes consciencia de tus talentos, de tus posibilidades, de tus límites y de tus defectos, puedes tomar decisiones responsables y vas a poder comenzar a anticipar algunos resultados. (Si no tienes un método, puedes ensayar con la famosa matriz DOFA. Encuentra aquí un tutorial que me parece muy sencillo y bueno: Cómo hacer una matriz Dofa).

2. Ten clarísimo qué es lo que quieres. Sé que habrás leído ese consejo 1.000 veces, pero puede que en la 1.001 llegues a la reflexión correcta. Fíjate en tu contexto: acabas de renunciar a tu trabajo, pero lo hiciste de manera programada, así que no necesariamente estás en medio de un apuro que te obligue a aceptar cualquier vacante. Antes de comenzar a buscar (suena idealista, pero así funciona), sueña. Sí, sueña primero. Sin pensar en las expectativas que tienen los demás de ti; sin sentirte atada por la profesión que elegiste hace unos años, etcétera, sueña: ¿qué es lo que más te gustaría hacer?

Ahora: esto no es Disneylandia. Antes de saltar al abismo de iniciar una actividad totalmente nueva, es necesario que investigues (a fondo; no olvides que hablamos de un nuevo Plan de Vida) cómo viven las personas que se dedican a eso que estás considerando; qué tuvieron que hacer para llegar donde están (Madonna no se volvió exitosa de la noche a la mañana –a propósito te recomiendo leer biografías de personas relacionadas con lo que escojas hacer, antes de). Debes establecer, además, si esa actividad por la que te estás inclinando es realmente a lo que te quieres dedicar por el resto de tu vida o si sólo es un hobby altamente apasionante (el riesgo de confundir una cosa con otra es muy alto y sale costosísimo devolverse. Yo estuve a punto de que me pasara).

3. “¿Será mi imagen?”. No es fácil decirlo de un modo que no suene muy superficial, pero alguien tiene que hacerlo: la forma como te ves y como los demás te ven determina muchas de las cosas que te están pasando. Detente ya mismo y piensa en cómo escogiste verte hoy. Si fueras caminando por la calle y te vieras pasar caminando, ¿qué pensarías?, ¿te darían ganas de ser esa persona?

En los primeros días de este año tuve el gusto de ser el coach de una hermosa estudiante a punto de graduarse como abogada y quisiera compartirte algunas de las reflexiones que hice con ella. Como primera medida debes saber que tu imagen no sólo consiste en la ropa y los accesorios. Tu imagen está compuesta, cómo no, por el atuendo, pero también por el manejo (ojalá consciente) de tu lenguaje corporal; por el tono de tu voz; por las palabras que eliges para comunicarte; por tu forma de caminar; por la manera como te diriges a los demás (¿excesiva dulzura?, ¿marcas demasiada distancia con todos?); por la actitud con la que asumes los retos diarios.

Como no sé cuál sea tu profesión, voy a seguir pensando en mi joven abogada, porque esos argumentos son universales. Al hacer el repaso de los elementos que conforman la imagen le hice notar que para comenzar su trayectoria profesional es indispensable que ella se sienta, se vista, actúe, piense y aborde todas las situaciones como la abogada que es, incluso el fin de semana. No quiero decir con esto que haya que sacrificar la naturalidad y hacer cosas tan aburridas como usar siempre un lenguaje muy estructurado. No. Te estoy invitando a algo mucho más interesante: empodérate de esa profesional que quieres ser y refleja su esencia en todas las actividades cotidianas. ¿Y cómo hago eso? De nuevo, se comienza soñando. Imagina toda tu vida con detalle. Una pregunta que favorece la inspiración es “¿cómo actuaría si fuera tal persona?”. Visualiza los colores, tu oficina, tus colegas, tus almuerzos de trabajo… y procede.

Prepara una hoja de vida que más que contar qué has hecho, refleje lo que elegiste ser a partir de ahora. Y vístete para el espectáculo. Saca de tu armario la ropa fofa que sólo evoca eso que ya no quieres ser. Ensaya (sola, en tu cuarto, frente al espejo, salvo que puedas contar con el entrenamiento de un coach ejecutivo) tu voz, tu postura corporal. De ser posible, haz la escena de lo que sería “La Peor Entrevista de Trabajo de tu Vida”, imaginando las preguntas más complicadas y lo que dirías.

4. Pasa a la acción. La acción es energía en movimiento y activar ese mecanismo te corresponde a ti y sólo a ti. Hay que salir a buscar las oportunidades. Tal como he dicho a quienes me han consultado por sentir que su vida amorosa está estancada, “salvo que quieras salir con el repartidor de la pizza, nadie más va a venir a tu puerta”. Busca en internet todas las firmas que se dediquen a eso que quieres hacer en tu ciudad… ¡o donde quieras vivir ahora! (ojo: haz las cuentas primero, ¿no? Sí estamos hablando de una revolución, pero sin enloquecerte).

5. Y disfruta el proceso. Olvídate de que vas a transitar un camino en línea recta hacia esa nueva meta que te has fijado, porque la frustración aparecerá sin falta en la primera curva. Para disfrutar de los cambios es indispensable una alta dosis de flexibilidad. En verdad es tan importante ser flexible, que hay que tener la mente y el ánimo dispuesto para asumir, por el camino, un cambio grande de planes.

Nadie te puede garantizar el resultado de esta aventura pero, eso sí, asegúrate, invariablemente, de dar lo mejor de ti en todas las fases; eso es lo que tú sí puedes hacer. El resto déjalo en manos del Destino (o de Dios o del Marciano o de Buda o de lo que sea que te funcione mejor. Tú haz tu parte y confía).

Con mucho cariño y esperando que estas reflexiones te sean de alguna utilidad,


Sylvia


Imagen: Divina Ejecutiva + DreamsTime