Una lectora a quien aprecio muchísimo, aunque
no tengo el gusto de conocer personalmente, me escribió esta carta que, por
plantear unos temas de reflexión muy interesantes, me permito compartir y
comentar con todos.
Querida Sylvia,
Te escribo porque quisiera saber un poco más
sobre cómo potencializar mi imagen. Te cuento que en mi actual trabajo, las
apariencias en verdad engañan, se vive en un mundo de competencia extrema en
hacer del mando, un poder absoluto, sin respeto a los demás, no existe la
palabra trabajo en equipo, a menos que uno haga parte de aquí, o de allá, ¡no
hay humanidad!!! se considera el mando como el poder de humillación, está mal
visto que se trate con respeto o afecto a los mandos medios o bajos.... acá
reina la "clase social", donde la hipocresía está a la orden del día.
Tanto así que me cansé, y renuncié... No sé si sea yo, Sylvia, pero me ha
costado tanto ubicarme laboralmente, pues no sé, no me siento feliz en los
puestos que he tenido, bueno, únicamente en uno... trabajé como docente y me
encantó; me sentía feliz, ¡realmente feliz!!! pero nada, se me acabó la alegría
al salir de allí. Y ¿por qué salí?? Bueno, lo mismo, la dueña del Colegio era
bien particular, su ego tocaba el cielo y el pago era una súplica... pensé que al cambiar de ambiente estaría
feliz, pero ¡Nooo!! no sé si sea mi imagen, no sé, pero no he podido encontrar
nuevamente la felicidad laboral que tanto llamo a mi vida.... ahhh, qué vida ésta...
¿cómo me encuentro?, ¿cómo potencializo mi entorno???, ¿cómo me veo ante los
demás???, ¿seré yo??? ¡ahhh!!, ¡ayuda!!!
D.
Querida D.,
Sin lugar a dudas tomaste la decisión correcta
al haber renunciado a tu trabajo, ya que estabas en un entorno que bloqueaba tu
proyección personal al ponderar el maltrato y la discriminación como formas
legítimas de reiterar el poder. Quienes crean esos escenarios están en un
proceso energético y vital muchísimo menos evolucionado que el tuyo y, teniendo
en cuenta que tú no eres la propietaria de la empresa, fue una elección sabia
–y valiente- la de iniciar un nuevo proyecto.
Me dices que el recuerdo de tu experiencia como
docente es muy gratificante. Sin embargo no me atrevería a recomendarte que
buscaras nuevamente un empleo como profesora por cuanto no sé si ese trabajo realmente materializa tu pasión o si sólo fue una
experiencia agradable que ahora, en virtud de tus circunstancias negativas,
puedes estar magnificando como algo mejor de lo que realmente fue (una jefa
con un ego descontrolado y una mala paga no son propiamente los elementos que
ordinariamente se asocian a la idea de “el
trabajo de los sueños”; por eso mi duda).
Examinando lo que me comentas, la parte final
de tu carta llamó especialmente mi atención: “pensé que al cambiar de ambiente estaría feliz, pero ¡Nooo!! no sé si
sea mi imagen, no sé, pero no he podido encontrar nuevamente la felicidad
laboral que tanto llamo a mi vida.... ahhh, qué vida ésta... ¿cómo me
encuentro?, ¿cómo potencializo mi entorno???, ¿cómo me veo ante los demás???,
¿seré yo???”.
Lo
primero que debes saber es que el problema no eres tú y, por lo tanto, la
solución no consiste en ensayar “ser
alguien más”. Ciertamente,
es posible que sea necesario hacer algunos ajustes tanto de percepción (tuya,
interna), como de tu imagen (la que proyectas a nivel profesional), pero esas
cosas escapan a lo que te puedo ayudar sin conocerte. Sin embargo sí hay varias
recomendaciones muy útiles que te puedo hacer, sobretodo en este momento del
año.
1. Ubica
los elementos centrales de tu identidad. Este es el primer paso indispensable para autogerenciarse eficazmente.
Parece un ejercicio innecesario porque uno vive con uno mismo, de manera que se
supone que esas cosas ya deberían estar muy claras para cada quien. Sin embargo,
por la situación que expones, es posible que para ti no lo estén tanto. Cuando
tienes consciencia de tus talentos, de tus posibilidades, de tus límites y de tus
defectos, puedes tomar decisiones responsables y vas a poder comenzar a
anticipar algunos resultados. (Si no tienes un método, puedes ensayar con la
famosa matriz DOFA. Encuentra aquí un tutorial que me parece muy sencillo y bueno:
Cómo hacer una matriz Dofa).
2. Ten
clarísimo qué es lo que quieres. Sé que habrás leído ese consejo 1.000 veces,
pero puede que en la 1.001 llegues a la reflexión correcta. Fíjate en tu
contexto: acabas de renunciar a tu trabajo, pero lo hiciste de manera
programada, así que no necesariamente estás en medio de un apuro que te obligue
a aceptar cualquier vacante. Antes de comenzar a buscar (suena idealista, pero
así funciona), sueña. Sí, sueña primero. Sin pensar en las expectativas que tienen los demás de ti; sin sentirte
atada por la profesión que elegiste hace unos años, etcétera, sueña: ¿qué es lo que más te gustaría hacer?
Ahora:
esto no es Disneylandia. Antes de saltar al abismo de iniciar una
actividad totalmente nueva, es necesario que investigues (a fondo; no olvides que hablamos de un nuevo
Plan de Vida) cómo viven las personas que se dedican a eso que estás
considerando; qué tuvieron que hacer para llegar donde están (Madonna no se
volvió exitosa de la noche a la mañana –a propósito te recomiendo leer
biografías de personas relacionadas con lo que escojas hacer, antes de). Debes establecer, además, si esa actividad por la que te estás
inclinando es realmente a lo que te quieres dedicar por el resto de tu vida o
si sólo es un hobby altamente apasionante (el riesgo de confundir una cosa
con otra es muy alto y sale costosísimo devolverse. Yo estuve a punto de que me
pasara).
3. “¿Será mi imagen?”. No es fácil decirlo de un modo que no suene muy
superficial, pero alguien tiene que hacerlo: la forma como te ves y como los demás te ven determina muchas de las
cosas que te están pasando. Detente ya mismo y piensa en cómo escogiste
verte hoy. Si fueras caminando por la calle y te vieras pasar caminando, ¿qué
pensarías?, ¿te darían ganas de ser
esa persona?
En los primeros días de este año tuve el gusto
de ser el coach de una hermosa
estudiante a punto de graduarse como abogada y quisiera compartirte algunas de
las reflexiones que hice con ella. Como primera medida debes saber que tu imagen
no sólo consiste en la ropa y los accesorios. Tu imagen está compuesta, cómo no, por el atuendo, pero también por el
manejo (ojalá consciente) de tu lenguaje corporal; por el tono de tu voz; por
las palabras que eliges para comunicarte; por tu forma de caminar; por la
manera como te diriges a los demás (¿excesiva dulzura?, ¿marcas demasiada distancia
con todos?); por la actitud con la que asumes los retos diarios.
Como no sé cuál sea tu profesión, voy a seguir
pensando en mi joven abogada, porque esos argumentos son universales. Al hacer
el repaso de los elementos que conforman la imagen le hice notar que para comenzar
su trayectoria profesional es
indispensable que ella se sienta, se vista, actúe, piense y aborde todas las
situaciones como la abogada que es, incluso el fin de semana. No quiero
decir con esto que haya que sacrificar la naturalidad y hacer cosas tan
aburridas como usar siempre un lenguaje muy estructurado. No. Te estoy invitando a algo mucho más
interesante: empodérate de esa profesional que quieres ser y refleja su esencia
en todas las actividades cotidianas. ¿Y
cómo hago eso? De nuevo, se comienza soñando. Imagina toda tu vida con
detalle. Una pregunta que favorece la inspiración es “¿cómo actuaría si fuera tal persona?”. Visualiza los colores, tu
oficina, tus colegas, tus almuerzos de trabajo… y procede.
Prepara
una hoja de vida que más que contar qué has hecho, refleje lo que elegiste ser a
partir de ahora. Y vístete para el espectáculo. Saca de tu
armario la ropa fofa que sólo evoca eso que ya no quieres ser. Ensaya (sola, en tu cuarto, frente al espejo,
salvo que puedas contar con el entrenamiento de un coach ejecutivo) tu voz, tu postura corporal. De ser posible, haz
la escena de lo que sería “La Peor
Entrevista de Trabajo de tu Vida”, imaginando las preguntas más complicadas
y lo que dirías.
4. Pasa
a la acción. La acción es energía en movimiento y activar ese mecanismo te
corresponde a ti y sólo a ti. Hay que
salir a buscar las oportunidades. Tal como he dicho a quienes me han
consultado por sentir que su vida amorosa está estancada, “salvo que quieras salir con el repartidor de la pizza, nadie más va a
venir a tu puerta”. Busca en internet todas las firmas que se dediquen a
eso que quieres hacer en tu ciudad… ¡o donde quieras vivir ahora! (ojo: haz las
cuentas primero, ¿no? Sí estamos hablando de una revolución, pero sin enloquecerte).
5. Y disfruta
el proceso. Olvídate de que vas a transitar un camino en
línea recta hacia esa nueva meta que te has fijado, porque la frustración
aparecerá sin falta en la primera curva. Para disfrutar de los cambios
es indispensable una alta dosis de flexibilidad. En verdad es tan importante
ser flexible, que hay que tener la mente y el ánimo dispuesto para asumir, por
el camino, un cambio grande de planes.
Nadie te puede garantizar el resultado de esta
aventura pero, eso sí, asegúrate, invariablemente, de dar lo mejor de ti en
todas las fases; eso es lo que tú sí puedes
hacer. El resto déjalo en manos del Destino (o de Dios o del Marciano o de
Buda o de lo que sea que te funcione mejor. Tú haz tu parte y confía).
Con mucho cariño y esperando que estas
reflexiones te sean de alguna utilidad,
Sylvia
Imagen: Divina Ejecutiva + DreamsTime