lunes, 17 de diciembre de 2012

Qué no comprar para el atuendo navideño






Como es apenas justo, en medio de la compra de los regalos de diciembre solemos incluir un par de prendas de vestir para nosotros. Y, como he visto más de una fortuna malgastada en cosas poco halagadoras, combinaciones de colores disfuncionales o prendas sueltas que no tienen nada que ver con el resto del armario, pero que denotan un claro esfuerzo por tratar de innovar, voy a resumir a continuación qué cosas no elegir por ningún motivo (porque el daño a la imagen está garantizado) y con cuáles se va a la fija, para que cada quien se divierta diseñando su estilo sin arriesgar demasiado.

Las compras, paso a paso

Ir de compras, sobretodo en diciembre, cuando en este lado del planeta destinamos gran parte del presupuesto en regalos para nuestros allegados, debe ser un proceso que comience en casa, si queremos hacer inversiones inteligentes.

Como primera medida hay que revisar el clóset para establecer, a ciencia cierta, qué tengo, qué me hace falta, qué tengo repetido y, lo más importante: qué me gustaría tener. (La expresión contemporánea “aspiracional” no es exactamente mi palabra favorita, pero es inevitable tener en cuenta que la moda es, de por sí, bastante “aspiracional”, así que lo que “me gustaría tener” es algo que hay que tomar en consideración –incluso si al final hay que descartarlo).

Hay que confirmar que los básicos (una camisa blanca de abotonar, un pantalón negro, un par de jeans decentes, una camiseta blanca, un buen blazer, etc., -los infaltables) todavía estén en buen estado; de lo contrario, conviene comenzar por remplazarlos. Hay que ver qué colores y qué materiales (telas, tejidos) predominan en el guardarropa y tenerlos en mente para saber, ya estando en el almacén, con qué pieza nueva puedo hacer una buena combinación.

En segundo lugar, antes de pensar en el efecto adelgazante de los colores, en cuál es la última moda en las pasarelas, en qué llevaba puesto el modelo de la revista o en qué es lo que usa mi mejor amigo que se le ve tan bien, conviene que te preguntes: ¿qué quiero proyectar con mi atuendo?, ¿qué quiero experimentar cuando me vista?

Aunque estas preguntas parezcan un poquito cursis por el modo en que están formuladas, en realidad son de la mayor importancia. Si ya me cansé de tener el look de secretaria de los 80’s; si ya no quiero verme como un rebelde sin causa; si ya no necesito aparentar tener más edad de la que tengo porque la gente ya me toma en serio; si ya entendí que no tengo que verme más sexy que mi hija de 20 años; si quiero renovar mis contactos profesionales viéndome como un tipo exitoso de mediana edad, etc., cualquiera, cualquiera de esos propósitos exige un rato de reflexión antes de ir al comercio para evitar ser presa de algún buen vendedor.

Es tan cierto lo que te digo que, si no fuera así, no tendrías esos rincones oscuros del armario: hay muchísimas prendas que compramos “por inercia”; porque pensamos que son las que nos están bien; porque nos parecieron bonitas aunque en realidad no tenemos la ocasión para usarlas… Pues, como por cada cosa hay que pagar un precio, y el propósito es que no malgastes esa parte del presupuesto que destinaste para ti, contestar las preguntas que te hago viene siendo un paso inevitable.

En tercer lugar hay que tener en cuenta, ahora sí, los factores objetivos que te definen como la edad, el género, el color de la piel, el peso, la forma de tu cuerpo (lo primero es mirarte al espejo y saber, sin engaños, dónde concentras el mayor volumen corporal y qué partes son las más delgadas –es posible que sólo las muñecas sean delgadas; no importa. Hay que tener clarísimo el panorama), a qué te dedicas. En algunas ocasiones también hay que tener en cuenta a qué te quieres dedicar el año que viene

Como cada caso es distinto, aquí van los tips generales de supervivencia en materia de estilo.

Qué no hacer por nada del mundo

  • Estas son las combinaciones de colores que, por norma general (salvo algunas excepciones que nos tomaría mucho tiempo desarrollar aquí, pero que, faltaba más, quedan a tu criterio), te conviene evitar: negro + marrón oscuro; negro + azul oscuro; vino tinto (borgoña) + amarillo mostaza; amarillo + verde o amarillo + morado (esas dos combinaciones fueron consideradas audaces hace algunos años, pero ya no van más); verde oliva + verde manzana o verde oliva + verde esmeralda; gris + zapatos amarillo quemado (como color maní. En las calles vemos muchos señores intentando copiar el look de gangster italiano usando esos colores… Sí se puede, pero la cosa no es tan sencilla).


  • Los señores deben evitar usar pantalones negros con camisa roja, de la tela que sea.


  • No combinar: camisa de cuadros + pantalón de rayas. Blusa de flores + pantalón de flores. El mensaje es que procures equilibrar los estampados.


  • No combinar: cinturón marrón + zapatos negros + estuche para el celular de colgar en el cinturón en otro color (en tanto te sea posible, esto último no lo uses nunca. Gracias).


  • No usar: blusa roja + cartera roja, por ejemplo, si no son exactamente del mismo color. Cuando los tonos no coinciden rigurosamente, es mejor hacer un contraste con otro tono totalmente distinto.


  • No usar: jeans + los zapatos de usar con el vestido de saco y corbata.


  • Cancelado: camisetas blancas de cuello redondo que se asoman por la “V” de la camisa de abotonar que llevas encima. Si consideras indispensable usar la camiseta debajo, busca una con el cuello en “V” que no se asome por ningún motivo. (Así evitas verte “tibio”)


  • No usar: camiseta de cuello redondo por dentro de los jeans + cinturón de cuero. Esas camisetas van por fuera y listo. Nunca con pantalones formales, ¿cierto?


  • En los señores, hay que prestar especial atención a que la camisa sea de la talla correcta. Cuando la camisa es más pequeña (sea porque el puño no cubre la muñeca o porque el botón de la cintura tiene que trabajar muy duro), el resultado es poco favorecedor y nunca, por ningún motivo, se verán más jóvenes ni más esbeltos por usar la ropa más pequeña.


  • En las mujeres hay que asegurarse de que los pantalones tengan la pretina a la altura correcta (que no sean de corte muy bajo si la dimensión de la cadera no lo aconseja) y que no aprieten por debajo de la cintura para no hacer aparecer protuberancias que en realidad no tenemos pero que nos las crea el pantalón de la talla equivocada.


  • Que los señores eviten usar camisas color beige o “café con leche”, aunque el vendedor les diga que “es el color que combina perfecto con el marrón de los pantalones”. Como la camisa es lo que tenemos más cerca de la cara, el color que vaya ahí tiene que tener el efecto de “iluminar”; no de hacernos ver como pacientes hepáticos.


  • Señores, por ningún motivo: camisa de abotonar negra + pantalones negros + zapatos color miel.



Los tips para acertar

  • En lugar de comprar varias cositas sueltas –generalmente porque están en promoción-, visualiza una “pinta” completa desde la casa y sal a buscarla. Invierte en un look completo aunque vuelvas a tu casa con menos bolsas que cuando sales a cazar descuentos.


  • No compres cosas pensando “esto me servirá cuando esté de crucero por las Bahamas”, de no ser porque en realidad te vas de crucero por las Bahamas. En otras palabras, no compres cosas que no necesitas, pensando con el deseo.


  • Ve con tiempo y pruébate estilos que no has usado antes. Es posible que confirmes que, en efecto, no te quedan bien… pero también es posible que te lleves una sorpresa y renueves tu imagen en una misma tarde de compras.


  • Si no te gusta el estilo del vendedor que te atiende en el almacén, inventa alguna excusa para hacer que te atienda otra persona. De lo contrario ese vendedor, de buena fe, te va a aconsejar que te vistas como él… (Sigue tu instinto).


  • En caso de duda, opta por las combinaciones de color tradicionales: azul oscuro + azul celeste; azul + blanco; caqui +  verde oliva; gris oscuro + gris claro; gris oscuro + púrpura (berenjena); lavanda + azul oscuro etc. (A veces basta dar un vistazo a las vitrinas antes de elegir. Los almacenes serios generalmente cuentan con un asesor de imagen para diseñar la exhibición).


  • Los señores que le quieren apostar a la sofisticación se verán muy bien con camisas lavanda, azul claro, rosado claro.


Como la extensión de este artículo ya debe haber superado el límite de la paciencia de muchos lectores, me veo en la necesidad de interrumpir mis consejos aquí, no sin antes reiterar que, en materia de estilo, son más las cosas que sí se pueden hacer que las que no.

Quise enfocarme en lo que se debe evitar para asegurarme de resolver, al menos, las dudas más frecuentes; así que si se observan esos consejos básicos, la posibilidad de verse disfrazado o fuera de lugar es muy bajita. Por el contrario, les auguro una imagen bastante más encantadora que de costumbre.

¡Felices compras!


Imágenes: Es más; Dreamstime.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Una Marca Personal de infarto: Frank Sinatra




Francis Albert Sinatra (Estados Unidos, 1935-1998), ganador de cuanto premio importante hubo mientras vivió (Globos de Oro, Premios Óscar, Grammys, entre muchos otros), es el titular de una de mis marcas personales favoritas.

Hijo de inmigrantes italianos, tuvo por madre a una señora que, además de ser activista del partido demócrata, cumplía unas funciones equivalentes a las de La Celestina (la obra que yo sigo pensando que sí escribió Fernando de Rojas, aunque muchos digan que no); y, por padre, a un bombero que en las noches atendía su propia taberna.

Frank Sinatra creó en torno a sí uno de mis mitos artísticos favoritos, no porque su vida constituya propiamente un ejemplo a seguir, sino por la fascinación que generó en hombres y mujeres (incluidas señoritas desmayadas) y que contagió hasta al curioso Mario Puzo. (¿“No sé quién es el tal Mario Puzo”?: click aquí ).

Para no malgastar nuestro tiempo en rodeos introductorios, en virtud de la fama mundial del personaje que me releva de la necesidad de decir más, me permito enlistar a continuación las que, en mi personalísima opinión, constituyeron las razones centrales del encanto de Frank, también conocido como “La Voz” a partir de la vista de dos de sus videos que encuentro especialmente divertidos, por las grandísimas lecciones de expresión corporal que recibimos del cantante:

1. “What now, my love”: Ver el video haciendo click aquí

  • ¡Qué forma de moverse! Su modo de bailar no corresponde a su edad exactamente, ya que el movimiento juguetón de la cabeza y el balanceo intencionalmente perturbador pero rápidamente interrumpido de las caderas parecería el de alguien más joven o, acaso, el de una muchacha tímida, pero nunca el del hombre en sus cincuenta tempranos que se ve magnífico en su smoking. A él parece no importarle. Por el contrario, se le ve imperturbablemente ocupado en la pregunta de “y ahora qué, mi amor”.


  • Tiene la mirada de quien se está divirtiendo terriblemente pero, a la vez, pareciera abstraído de la escena; como si tuviera la mente volando sobre un lugar mejor. ¿El efecto? Sencillo: más de una mujer se habría rasgado las vestiduras por atrapar su atención y sentir que es ella la causa de tanta entretención.


  • Sus manos parecen estar midiendo una cintura de mujer: mira el ademán cuando el video va en 1:17 y piensa en la época para la que él cantaba. Su mano izquierda mostrando una convexidad apretada no sólo sería arrebatadora para las espectadoras sino, además, un gran modelo para los señores.


  • Es que dan ganas de ser él”, para sentir lo que está sintiendo: cuando el video va en 2:10, más o menos, en los dos golpes fuertes de la batería Frank aprieta los dientes y suelta ligerísimamente los labios, como si ese sonido le estremeciera hasta la médula de puro gusto.  

Esa movida funciona bajo el mismo principio de la de Tom Sawyer cuando su tía le mandó pintar la cerca y él no quería hacerlo: su estrategia para librarse de la misión fue mostrarse tan tremendamente divertido pintando (hasta silbaba de la dicha), que al final los demás niños hacían una fila y le pagaban con tal de tener la ocasión de divertirse tanto como él… pintando la cerca que jamás quiso pintar.


2.  “The girl from Ipanema”, con Tom Jobim: Ver el video haciendo click aquí

  • Aquí la cosa es todavía más sencilla: durante los primeros 20 segundos de reproducción, bien podrías sustituir la guitarra por la Chica de Ipanema, porque Frank mira el instrumento musical como si en su lugar estuviera bailando despacito, frente a él, una mujer de otro mundo.


  • Canta con una expresión de deleite, casi hasta el paroxismo, que te hace pensar que la letra de la canción se le está ocurriendo ahí mismo, mientras piensa en la afortunada y sostiene desprevenidamente el cigarrillo en su mano derecha. El momento culmen está en el minuto 1:20 hasta 1:29, mientras dice “tall and tan and young and lovely” (alta y bronceada y joven y adorable), donde parece que estuviera viendo una aparición.


  • Y, para cerrar con broche de oro y confirmar el trance, Frank suelta una bocanada de humo durante la sutil reverencia que hace al recibir los aplausos del público. Listo.


Además de lo entretenedor que es, para sus fans (yo la primera, claro. No quisieran ver el brillito que me queda en los ojos luego de ver este par de videos una y otra vez en son de entenderle su juego), verlo en escena, F. Sinatra se hizo acreedor de una exitosísima Marca Personal, entre otras, por las siguientes razones:

  • Jamás se preocupó por desmentir lo que se decía de él: se le asoció con la mafia, se le vinculó con asesinatos y tenía fama de no tener buenos modales, pero las dos primeras cosas no se pudieron demostrar fehacientemente, como parece que consta en el expediente de más de 2.400 folios que reposa en el archivo del FBI.


  • Cantó en la boda de la hija de un miembro de La Cosa Nostra, inspirando así la famosa escena de El Padrino.


  • Fue amigo personal de los Kennedy, de los Reagan y activista de la campaña de Roosevelt. Estuvo involucrado con Marilyn Monroe y casado con Ava Gardner y con la joven Mia Farrow.


  • Se resistía a ensayar sus presentaciones, por lo que a veces desentonaba un poco o cometía pequeños errores que terminaba convirtiendo en el eje de su encanto en escena.


  • Daba instrucciones al controlador del sonido de ajustar el volumen de su voz por encima del de la orquesta, de modo que pudiera lograr el efecto de “susurrar al oído del público”.


Notoriedad”, “espontaneidad”, “contactos importantes” y “nunca desmentir el mito ni confirmarlo totalmente”, podrían ser los atributos más sobresalientes de esta Marca Personal tan hipnótica para muchos.

Nos queda bastante para pensar por un rato, ¿ah?

Imagen: Plumas de Caballo

jueves, 6 de diciembre de 2012

Estado mental femenino: Clímax con Taches






Desde la década de los 80’s las mujeres hemos tenido nuestras “oleadas de taches” (“estoperoles” o “studs”). Ahora mismo estamos en medio de una y esa es mi propuesta de la temporada: que le devuelvas la dignidad a esa cartera de taches olvidada en el fondo del clóset o que reúnas la actitud para comprarte una pieza.

Anoche estuve en una fiesta  -qué fiesta-  de creativos de producción audiovisual y ¡los taches eran la sensación!

Ahora mismo encontrarás de todo en las vitrinas con aplicaciones de metal: blusas, tops, chaquetas (de cuero y en tweed –que es un material que permite seguir la tendencia a más bajas revoluciones), ballerinas, zapatos de tacón, corsés, todo, todo, todo.

Naturalmente, hay unas reglas que hay que seguir para que te veas regia y no como si te hubieras disfrazado de La Reina del Glam:

-       NO te vistas de pies a cabeza con estoperoles. Ensaya máximo dos cosas: cinturón + zapatos; chaqueta + cartera de mano; pantalones + zapatos de tacón con taches en el talón o en la punta; bolso grande de día + un poquito en el top debajo de la chaqueta.

Ojo: si elegiste un corsé con taches, detente ahí: esa pieza es de por sí suficientemente llamativa, así que mejor no uses el metal en otra.

-       Si es la primera vez que vas a usar taches y no te sientes muy segura, evita las prendas negras porque el contraste es muy fuerte. Prueba con unos zapatos planos en color nude (piel) que tengan ese detalle o con una cartera de mano pequeña (con un clutch).

-       Si vas a llevar una chaqueta negra de cuero con taches (bastante demandante de actitud, por cierto), NO uses rosado en el maquillaje y menos en los labios. Combina la chaqueta con jeans oscuros o con pantalones negros para no verte excesivamente “de fiesta”.

-       La tendencia derrite a mujeres de todas las edades. Las más grandes se ven muy bien con zapatos planos o bolsos de día con taches. Con más de 55 años (la apariencia según la edad es muy relativa; sobretodo ahora. Escogí “55 años” por dar un parámetro más o menos objetivo), es mejor evitar las chaquetas con esos apliques.

-       Para disparar el estilo en la oficina, taches (pocos) en una sola parte: los hombros de la chaqueta.

-       Pulseras o anillos del mismo estilo son otra opción de llevar la tendencia.

-       Evita la mezcla de taches + colores neón porque, como lo hemos mencionado en otras veces, puedes resultar llamando la atención por las razones equivocadas.

Por cierto, los colores de neón irrumpieron brevemente a mitad de año, pero fue una aparición realmente fugaz. Si todavía tienes cosas de ese color circulando, considera seriamente volver a ponerlas en el cajón y esperar al siguiente arrebato en unos meses.

¡Feliz comienzo de diciembre, chicas!


Créditos: Miss Vintage, Dafiti, Fashion Fever, Bess NYC, Stalk Buy Love, The Teenie Weenie Blog, JLo, The Examiner, Helene’s Wardrobe.


lunes, 3 de diciembre de 2012

Tip de encanto No.4: Sé impredecible (pero rebosante de estilo)






Tener reacciones o salidas inesperadas dispara tu encanto porque mantiene alerta al interlocutor. ¿El resultado? Siempre querrán un poquito más de ti. ¿El mejor resultado? Comenzarás a ver cómo, paulatinamente, tu entorno comenzará incluso a esforzarse por llamar tu atención.

¿Las reglas? Sencillas:

1. Sólo es impredecible quien ocasionalmente hace algo extraordinario, fuera de lo común. En otras palabras, no puedes volverte permanentemente impredecible porque es un ejercicio tautológico (¿qué es eso? click aquí): terminarías siendo predeciblemente impredecible y eso atentaría peligrosamente contra tu credibilidad. (Ojo con poner en riesgo tu Marca Personal por querer llamar la atención a cualquier costo).

2. No te esfuerces –eso siempre se nota. Ser impredecible implica descubrir las múltiples personalidades que sinceramente cohabitan en ti y dejarlas salir de vez en cuando.

Cuidado: El límite es llegar a traicionar la propia esencia en el afán de conseguir ese halo de misterio que envuelve a quienes tienen reacciones inesperadas.

3. Conoce tus propias reglas. A partir de ahí, haz excepciones que a la larga sólo confirmarán quién eres.

4. No ensayes. O, bueno, de pronto sí, pero poquito y en secreto.

¿Cómo llevarlo a cabo? (cada quien escoge lo que se le acomode, naturalmente. Aquí van unas ideas sencillas para salir de la rutina): Anímate a usar ese color que te gusta tanto pero que te ha faltado actitud para llevar; recibe a tus invitados (en la casa, en el carro, etc.) con una música que no sabían que le pudiera gustar a alguien como tú; desarrolla algún talento que no tenga nada que ver con lo que haces de ordinario; cuando te cuenten algo, en lugar de preguntar “¿por qué?”, pregunta “¿cómo pasó?” (o pregunta lo que sea, menos “por qué”); deja que se enteren de que vas a almorzar con alguien que al lado tuyo parece un marciano, sonríe, y por ningún motivo des explicaciones; cambia la corbata por un pañuelo el martes…

¿Mi favorita? anuncia una cosa, pero haz primero otra.


Imagen: Vida Ruletera

miércoles, 21 de noviembre de 2012

¡Antes de crear una Marca Personal, lee esto!



La creación de una Marca Personal no debe estar precedida de unas meras ganas de tener algún reconocimiento, ya que toda alta notoriedad tiene su precio (la fama no siempre es buena; no lo será, por lo menos, mientras no se obtenga con un fin específico, mientras no haga parte de un plan).

En la creación de tu Marca Personal debe haber un ejercicio de conceptualización que te permita concretar en palabras sencillas en qué radica tu “ventaja comparativa”, incluso si no quieres hacerte a una marca con propósitos comerciales o profesionales.

Tuve el gusto de acompañar el diseño la marca de una mujer joven que se había casado con un señor mayor, perteneciente a un grupo sociocultural más alto que el suyo. Cuando le pregunté para qué me había buscado, me sorprendió positivamente la contundencia de su respuesta: “Sé que soy una vieja buena, sé lo que estoy haciendo y lo que quiero es ser tomada en serio en los cocteles a los que voy con mi marido”.

Excelente comienzo para nuestra relación.

(Durante mi ejercicio como abogado siempre tuve una inclinación natural hacia los casos de las personas que tenían claros sus antecedentes, el propósito de su consulta y su intención. Les aseguro que me encantaría poder contar más…).

Volviendo a lo que nos convoca, lo que quiero ilustrar con la enunciación del caso de la señora que me dijo que su propósito era ser tomada en serio en los cocteles de la sociedad capitalina, es que el nacimiento de tu Marca Personal tiene que tener una clarísima intención.

Para empezar, selecciona una o máximo dos cosas por las que quieres ser recordado. Como estamos haciendo el ejercicio entre personas normales, de la vida real, como tú o como yo, los objetivos primarios serán, así mismo, sencillos: que los demás (i) te asocien automáticamente con algo específico (una actividad, una cualidad –ese también puede ser el propósito, como la señora del ejemplo, que no tenía un interés empresarial-) y (ii) que cuando no estés, te recomienden. Listo.

Ten en cuenta que al diseñar tu Marca Personal debes hacer gran énfasis en lo que haces, en aquello en que te destacas por ser mejor que otros que hacen lo mismo (ahí radica tu ventaja comparativa). El énfasis deberá estar, pues, en tu actividad más que en ti mismo. Para efectos del funcionamiento de tu Marca, tú vendrás siendo el vehículo que revista de atributos humanos a esa actividad que desarrollas tan bien (ser un excelente cerrajero, un excelente abogado tributarista, una excelente anfitriona, una excelente pareja de baile, una excelente relacionista pública, un excelente conversador, etc.).

¿Viste que usé seis veces la palabra  “excelente”  y ninguna vez  “El Mejor”?  Eso obedece a que no me sentiría cómoda aconsejándote que te desvivas por ser El Mejor en nada. Ni siquiera en eso de lo que derivas tu sustento. Ser excelente es más funcional y nada resignado.

La experiencia me ha demostrado que es mucho más inteligente (¡y qué decir de “eficiente”!) apostarle a la excelencia, que es un nivel perfectamente alcanzable, teniendo en cuenta que el parámetro de comparación eres tú mismo y el combustible es tu propio nivel de compromiso; mientras que si te embarcas en el torbellino de ser El Mejor, el parámetro serán todos los demás millones de seres humanos que están en la misma franja y la motivación será una de dos: el miedo a no lograrlo o la competencia descarnada con tus millones de rivales. Este es un método válido, que sin lugar a dudas funciona (todos los días vemos gente a la que le funciona), pero que yo no recomendaría nunca porque me parece que te aparta peligrosamente de la posibilidad de vivir una vida “feliz” (y teniendo en cuenta que sólo tenemos una vida, sinceramente no entiendo por qué no apostarle a pasarla bien).

¿Por qué el ideal de ser El Mejor se opone a la vida feliz? Porque no admite niveles “muy buenos” de talento, sino que se desarrolla bajo la dinámica del Todo o Nada, que no tiene sentido. Siendo excelente en aquello que te gusta hacer puedes cubrir perfectamente el 100% de la necesidad de la gente que requiera tu servicio (o la gente con la que quieras compartir tus cualidades) con un altísimo nivel de satisfacción de parte y parte.

¿Cómo ser realmente muy bueno en lo que haces? Siendo muy diligente en cultivar tu talento natural hasta hacer de éste una verdadera destreza, con trabajo duro y focalizado en potencializar las habilidades con las que naciste y que probablemente hasta ahora sólo venías asumiendo como algo que se te facilita hacer pero nada más. Reviste de profesionalismo y maestría ese don que te distingue: durante el proceso la diversión está garantizada y los réditos llegarán en el momento justo.

No trates de empujar el río”. Concéntrate en lo tuyo dando lo mejor de ti, asume los eventuales fracasos como poderosas experiencias íntimas de aprendizaje y la vida se encarga del resto. Ah, y vive un día a la vez: eso es suficiente (y gratificante).


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Las Marcas Personales de éxito sostenido tienen algo en común: ¡espontaneidad!






Mi pasión profesional está conformada por dos temas: la Felicidad y la Marca Personal (la imagen, el lenguaje corporal, los valores, las actitudes, la motivación).

Aunque a simple vista pareciera que una cosa no tiene nada que ver con la otra, por ser la primera tan espiritual y la segunda tan comercial (o superficial, si se quiere), resulta que en la práctica tienen todo que ver: ninguna funciona bien sin la otra.

Cuando hablo de Felicidad (así, con efe mayúscula), no me refiero a que por tener una imagen que en conjunto estimula y engancha a las personas de tu interés, tu vida se vuelva automáticamente “perfecta”.

Eso no existe. Eso no va a pasar.

De acuerdo con eso, el propósito no puede ser que vivas siempre sonriendo, en el top de la alegría, ni que estar en tu oficina sea tan divertido como trabajar en Disneylandia o en Google. Cuando digo Felicidad, quiero resumir una vida “bastante buena”, con momentos difíciles que se aceptan y se superan; con metas altas pero realizables: me refiero a la Felicidad en los casos de la vida real.

Y precisamente analizando cómo hace la gente que en la vida real (en sus negocios, en sus casas, en sus escuelas, en sus matrimonios) es feliz, he encontrado un patrón que se repite en la mayoría: las personas más felices empezaron por obligarse (auto observándose antes de actuar); luego por permitirse ser espontáneas hasta que se volvieron habitualmente espontáneas.

Lo que te propongo en el día de hoy (sabes que se puede llevar hasta la fuente, pero no se puede beber por otro; por eso es sólo una propuesta) es que comiences a dotar las ideas que preceden tus acciones de una grandísima dosis de espontaneidad.

¿Y eso cómo se hace? Para empezar, deja de hacer las cosas buscando algún beneficio o efecto colateral. Comienza a actuar porque sinceramente te nace hacer algo. Entre otras, vas a ver que tus preconceptos de “bueno” y “malo” comienzan a tambalear.

Cuando te comportas de manera espontánea, sin estar calculando todo el tiempo qué beneficio te puede traer lo que haces (ser honrado, relacionarte con alguien, sonreír, ayudar, no decir mentiras, ser amable, comer algo, hacer un cumplido, no quedarte con lo ajeno, etc.), ganas un grandísimo poder personal: dejas de ser presa del destino porque vives permanentemente escogiendo lo que quieres hacer; tu felicidad deja de ser el rehén (deja de depender) de que la persona favorecida con tu acción tenga una muestra de gratitud contigo y dejas de obsesionarte con que las cosas tengan el efecto que te gustaría que tuvieran.

Si vas por la vida haciendo o dando cosas para obtener la recompensa de quien las recibió, vas a ir arrastrando un saco de frustraciones porque vas a estar esperando recompensas que, según tus creencias, sean equivalentes a cada acción "buena" que tuviste.

Métete en la cabeza que la recompensa por tus acciones no es automática ni es obvia: en la dinámica de este intercambio no recibes un pan a cambio de un pan. Eso se logra con los contratos; no más.

Ponte a pensar: ahora mismo estás gozando de muchas cosas buenas que, si te fijas, podrían no tener explicación aparente. La vida se manifiesta de muchas maneras. Abre tu mente y tu corazón en disposición a lo "inesperado" y sigue actuando por mera convicción. Le funciona a la gente más feliz.

Sé espontáneo. Atrae con tu coherencia. No juzgues, no critiques. Eso es lo que depende de ti. Para el resto, confía en el destino.

La vida sabe lo que tiene en mente 
                                                           -Neale Donald Walsch.


Imagen: Bokelberg

jueves, 8 de noviembre de 2012

La crueldad de los falsos paradigmas







Si Barbie existiera no podría tenerse en pie porque sus piernas y su tronco no son proporcionales.

Cuidado con los falsos paradigmas; los hay de todas las clases. Todo el tiempo nos bombardean con ideas inalcanzables de belleza, de éxito, de vida 500% feliz

La crueldad en la fantasía de los medios y las firmas publicitarias no tiene límites.

¿Quién dijo que sólo hay una forma de hacer las cosas? Si eso fuera así, no habría tantos abogados millonarios ejerciendo el derecho de marcas y patentes.

Claro: la experiencia ajena es valiosa. Analiza modelos que te parezcan exitosos de belleza, de desempeño profesional, de vida familiar, etc., y usa lo que te aproveche y lo que puedas implementar con disciplina y con un esfuerzo racional.

Y cuídate del oportunista que hay frente a cada aspecto débil del ser humano.

Cada vez que alguien quiera imponerte una solución, haciéndote creer que tienes que ser (hacer, pensar, vivir, trabajar, soñar) de una única forma, desconfía: el mundo es más grande que la casa de Barbie (y que muchos otros lugares que frecuentamos en la vida real en busca de orientación).


Imagen: So bad, so good & Roseano

martes, 6 de noviembre de 2012

“Si expones, te expones”: crea tu marca personal





Si expones, te expones”, me dijo hace un par de meses Carlos Andrés Peñas, el psicólogo más brillante que conozco y con quien tengo el privilegio de conversar algunas veces.

El sólo hecho de estar vivos nos hace ubicables en el radar de las demás personas e instituciones y, ante esa verdad incontestable, tienes dos opciones: creas tu marca personal o los demás te la crean. Punto.

Como los seres humanos tenemos una fuerte tendencia a ser gregarios, muchos de nosotros, en la edad adulta, pensamos que por el hecho de haber conseguido un título profesional o un trabajo en una empresa, ese status laboral es todo lo que necesitamos para tener una marca personal y no es así. No puedes permitir que tu identidad esté definida por algo que no sabes cuánto va a durar, como tener un cargo o una profesión.

La marca personal es un concepto que entraña la cuestión de considerarte a ti mismo como un producto (en un sentido humano e indulgente del término; no de mercantilismo recalcitrante). Por lo tanto, tu marca debe ser cuidadosamente diseñada, eficazmente transmitida y celosamente protegida (cuidada, evitando salidas en falso innecesarias).

Hace pocas semanas fui invitada a una reunión informal de domingo en la terraza de un amigo. Yo no conocía a nadie, así que fui, uno por uno, saludando a todos los que estaban ahí (unas quince personas) y hubo una presentación que me pareció inolvidable, de lo puro triste, por figurárseme propia de las aves de corto vuelo: “Hola. Verónica, ¡de la Supersociedades!”.

Caray…

Verónica, quien por supuesto no se llama Verónica ni trabaja en esa entidad, pero sí se presentó exactamente así, es un ejemplo fugaz de lo urgente que es tener una identidad propia, que prescinda de cualquier factor externo para ser definida; que sólo dependa de ti mismo y de tus capacidades. ¿Qué pasa si eres Verónica y te despiden de esa superintendencia?, ¿qué pasa si lo único que consideras relevante en tu trayectoria es tu título de ingeniero y resulta que un día ya no quieres ser más ingeniero? Ya vamos viendo que las marcas exitosas se construyen a partir de las personas y no de lo que tienen o de lo que hacen, porque una y otra cosa son, apenas, circunstanciales.

La creación de una marca propia no es un proceso exclusivo de quienes se encuentran en el mercado laboral o de los emprendedores. Por el contrario, las marcas personales más sofisticadas (en el sentido de complejas, refinadas) que conozco corresponden a esposas que se han profesionalizado en el arte de disparar la imagen de su esposo, claro, por el beneficio colateral que les toca.

(Mi profesor de Eficiencia del Gasto Público en la Facultad de Derecho nos dijo el primer día de clase: “señores, les voy a revelar la regla fundamental de la macroeconomía: no hay almuerzo gratis”. Estas esposas de las que les hablo aplican esa regla todo el tiempo; tooodo el tiempo. “Nada personal; son negocios”, supongo).

De otra parte, debes saber que el hecho de contar con una marca personal sólida no tendrá por efecto que en la firma para la que trabajas lleguen a considerarte indispensable. Por el contrario, una excesiva notoriedad puede determinar el fin de tu ciclo en esa empresa… pero el inicio de otras cosas más interesantes, si tienes un plan serio detrás de tu imagen.

Para empezar a construir la tuya, hazte una pregunta muy simple (pero no por eso menos importante; en realidad, será el eje de todo lo que hablemos de aquí en adelante):

¿Por qué querría la gente hacer negocios contigo?

¿Necesitas un poco de ayuda? Aquí va una clave para encauzar tu respuesta y hacerla más efectiva: (i) La gente hace negocios con las personas que les agradan, (ii) de las que consideran saber lo suficiente (personas que conocen) y (iii) en las que confían o sienten que pueden confiar.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Tip de encanto No.3: Abotona sólo lo de rigor






Para recibir el máximo retorno posible de la inversión que hiciste en esa chaqueta de tres botones, hay que saber llevarla; sobretodo evitando el look de “paquete mal envuelto”.

La regla es sencilla y aplica para los señores en todos los casos y para las mujeres más ejecutivas:

Cuando el saco del vestido (o cualquier chaqueta de las mismas características) tiene tres botones, éstos se apuntan como se indica en la foto: el de arriba es opcional (pero mejor no); el segundo se abotona siempre (siempre que permanezcas de pie; se desabrocha justo antes de sentarte) y el tercero no se abotona nunca, jamás, por ningún motivo.

Si es de dos botones, igual: el de arriba, . El de abajo, no.

Y, como siempre hay algo más que se puede hacer, “¿cómo disparo el estilo?Aprende a desabotonar todo lo que puedas con una sola mano.

-Sí, como James Bond.


Imagen: Now Magazine, UK.

martes, 30 de octubre de 2012

Alguien tenía que decirlo: "Señores, ya no basta con una abultada billetera"





Es un hecho que cada vez hay más mujeres hermosas, inteligentes y exitosas dando de qué hablar por todas partes; dirigiendo los proyectos más impresionantes. Se ha demostrado que una belleza conmovedora no implica necesariamente que su titular sea una rubia tonta del montón; por el contrario.

Las mujeres alrededor del mundo están tomando cada vez más y más consciencia de sus encantos; cada vez se conforman menos y ambicionan más. 

Si a este factor le sumamos el hecho de que en el mundo occidental los matrimonios por conveniencia están a punto de extinguirse (si acaso no lo están ya), la escena que representó con tantísimo tono caricaturesco Francisco de Goya en su obra La Boda, donde al tipo feo, viejo y barrigón le es entregada en matrimonio una preciosa damita, hija de alguna familia decente pero venida a menos, no va a ser sino eso: una pieza para conservar en el Museo del Prado, como una evocación de las cosas que pasaban en 1792.

Señores: en el actual estado de cosas una billetera contundente es, sin duda, un vehículo que viabiliza la posibilidad de ofrecer algunas amenidades, las cuales constituyen apenas el inicio de una relación con una de esas mujeres de alto ranking.

Por cuanto ellas dejaron de limitar sus encantos al maquillaje bien puesto, a conservar una figura esbelta y a hacer algunas inversiones en vestuario, los caballeros que quieran hacerse a las joyas de la corona deben estar dispuestos, igualmente, a trabajar en su belleza (sin llegar al extremo del manierismo, claro, pero sí denotando cuidado por su aspecto); refinar sus modales y movimientos; esmerarse en ser buenos anfitriones; desarrollar su sentido del humor -que no sólo funcione en las noches de hombres sino también con las mujeres-; invertir en su atuendo (un amigo de la costa me decía “oye, no esto no es un gasto: ¡son relaciones públicas!”) y, sí, como es inevitable, desarrollar una que otra técnica amatoria que los reafirme en la intimidad.

Es que no hay de otra: las mujeres ya no se descabezan compitiendo entre ellas por quién se lleva el mejor partido. Ellas saben lo que tienen y lo que valen sus encantos… y están dispuestas a esperar un poquito más, de ser necesario.

Todo el tiempo estamos comunicando; todo el tiempo estamos participando, de manera que es un riesgo desproporcionado seguir dejando al azar el conjunto de aspectos que conforman tu imagen.

Funciona en los negocios, funciona con las mujeres: hay que apartar un rato a crear tu marca; a diseñar la forma como vas a ser percibido, si no quieres ser el último de la fila. Que yo insista tanto en el prototipo del dandy en varias de mis publicaciones, no es una casualidad; es una opción en medio de muchas otras opciones de abordaje exitosas, desde que estén bien pensadas. 

De aquí para allá la cosa depende de cada cual.


Pd: Sólo vamos a estar de ronda por acá una vez. No vale la pena ser el último de la fila.